Jordi Vilagut
Tres revelaciones.
De pequeño soñaba con ser uno de esos individuos que escribían esas graciosas frases de las vallas de publicidad que veía enfrente de casa, hasta que una madrugada de verano una tele en blanco y negro, me mostró mi primera revelación: yo, lo que realmente quería en la vida, era ser uno de esos tipos que estaban en una gran sala con pantalla gigante y repleta de hileras con monitores, saltando como locos porque habían conseguido bajar a dos americanos a la Luna, mientras otro les esperaba arriba, dando vueltas.
Tal obsesión me condujo años más tarde hasta la Escuela de Ingenieros, donde un profesor muy puesto, con su bata blanca, fue causa de mi segunda revelación: intentaba convencer a más de 100 pupilos al mismo tiempo, de que una mosca volando en una dirección y un tren en la misma dirección pero en sentido contrario, al chocar, quedaban ambos totalmente detenidos en un momento infinitesimal del tiempo.
Salí corriendo. En mi desesperada carrera sin norte tuve la fortuna de ir a darme de bruces con la puerta de una Facultad de Psicología, que amablemente, visto el caso, me acogió.
Cinco años después de no llevarme muy bien con Freud, y a pesar de los intentos de otros prófugos acogidos ahí, de que formara parte de un equipo que intentaba hacer hablar a los ordenadores con lenguaje natural, un profesor de semiótica inspiró mi tercera revelación: volver al principio y probar a tener un sitio en una agencia de publicidad.
En mi primera experiencia, me dieron mesa, papel, y lápiz, sólo que en el departamento equivocado. Pasé 5 años de mi vida investigando actitudes y comportamientos, en reuniones de grupos pagados para tal fin. Mi desesperada llamada a una nueva agencia, me abrió las puertas de otro despacho cuya mesa, papel y lápiz sólo coincidían con todo lo anterior en que volvía a estar en el despacho equivocado: un departamento de cuentas, con la promesa de ser el planner espiritual del Director Creativo que me fichó.
Al año de cansarse de ver mis textos infiltrados por campañas gráficas para todos tipo de clientes, me gané mi última oportunidad: “6 meses de copy en el departamento creativo y si no funcionas, sintiéndolo mucho, te vas”.
Redactor unos cuantos años. Director Creativo bastantes más. Y muchos de ellos, contando cosas con imágenes, casi sin escribir porque, según dicen, a ningún consumidor le interesa lo más mínimo la palabra. Pero de todo se aprende. Aunque de todo este periplo, lo único que me haya quedado realmente claro es que hoy, no tengo la menor idea de lo que soy. Me llaman Planner y me pagan por ello. Dejémoslo ahí.
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Ramón Ollé
Tres facetas con nombres propios.
Como estudiante me emocionó recorrer la distancia que separa la Facultad de Historia de la Harvard Business School. Demasiada utopía en un extremo, demasiado pragmatismo en el otro. En mi opinión lo más emocionante del Marketing son las personas. Comprender su motivaciones, su cultura, sus acciones.
Mi primer trabajo fue en una pequeña agencia local de Barcelona como trainee. Las ventajas de trabajar en una agencia pequeña es que puedes tener una visión general del negocio y de vez en cuando incluso te invitan a comer con los dueños. En un negocio donde cada vez somos más jóvenes, puedo decir que he tenido la suerte de poder charlar con algunos de los más veteranos del lugar. Eddy, Paco, Joaquín, Salvador me hicieron entender algunas de las cosas que te permiten convertirte en un Comunicador.
Justo cuando finalizaba mi trainee, la rana se convirtió en príncipe y mi pequeña agencia local fue comprada por una de las más grandes para ampliar su operación en Barcelona. Recuerdo el día que alguien importante me dijo: ¿Hablas inglés? La verdad es que sabía más inglés que publicidad y era justamente lo que en aquel momento la empresa necesitaba. Yo era muy barato, muy joven, poca experiencia…pero sabia inglés!
A partir de ese momento recuerdo una vida llena de puentes aéreos, de “hazlo tú”, de “llama a Nueva York”, de “llévate a este guiri de tapas”, de “cuéntame exactamente que han dicho”, de “ponlo en un rapport”... Una vida que poco a poco, evoluciona en “haz tú el power point”, “vete a ese curso de formación”, “ya conoces a este directivo”, “mejor será que vayas tu a la reunión”.
Porque esta profesión es así de mágica: muy dura, pero llena de oportunidades para la gente joven. Mi Gran Agencia me la dio y trabajé para cuentas locales e internacionales, siendo años muy buenos para los concursos, las grandes marcas y sobretodo aprender de los mejores. Con Fernando, Mª José, Carlos… descubrí este interés por especializarme en el negocio y convertirme en Planner.
Actualmente trabajo como responsable de Planning de un Gran Grupo Multinacional.
Soy el miembro más joven de su Planning comitee, lo que significa que puedo aplicar todo lo que aprendí en la pequeña agencia aprendiendo de otras culturas sin necesidad de ser políticamente correcto.
Trabajo con un gran equipo de Planners mucho mejores que yo y doy clases en una escuela de negocios para demostrar que no hace falta tanto número sino más humanidad.
Con David hemos descubierto que es duro abrir nuevas categorías como la Consultoría de Marcas pero que nada nos hace disfrutar más que nuestra faceta más idealista y soñadora.
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