Hoy quiero romper una lanza a favor de los
empresarios sin ideas originales. Admito que puede ser un post peligroso y
puede que incluso impopular, pero asumo el riesgo porque me interesa plantear
un debate que me persigue desde hace meses.
En nuestra cultura impera la devoción a las ideas originales. Digamos que esta mejor visto tener una buena idea que copiar (adaptar) una existente. Es mucho mejor decir que eres original y creativo que admitir que bebes de diversas fuentes. Es genial ser el autor de una idea, decir eso tan nuestro de "se me ocurrió precisamente a mi". Adaptar, copiar, incluso inspirarse lo más mínimo es signo de falta de talento, casi de mezquindad. Como si las grandes ideas surgieran de la nada y la creatividad no fuera precisamente un proceso de mezcla de referencias.
Ese culto a la idea nos ha hecho pensar
que el mérito radica en tener ideas. La idea no es un punto de partida, es la
meta. La idea es lo que nos diferencia de otros negocios, de otras formas de
comunicar, de otras personas con menos talento que nosotros porqué no han sido
capaces de dar con semejante pensamiento puro, individual, libre de toda
influencia.
Esa es precisamente la creencia que impera
detrás de los derechos de copyright, de la posesión de las ideas y su
prevención de ser mezcladas con otras ideas (puede que peores) perdiendo su
brillo inicial.
Sin embargo en mi opinión lo realmente
meritorio no es tener una idea sino ser capaz de llevarla a término. Ser un
aterrizador de ideas, ser capaz de concretar lo abstracto, darle la forma
adecuada en el momento adecuado.
Creo que nuestro modelo económico
carece de "aterrizadores de ideas" o, como mínimo, es un aspecto
clave al que se le resta importancia y que en un mundo superconectado donde las ideas fluyen libremente (y gratis) cada vez cobra mayor importancia saber implementar ideas. Porqué eso es lo que marca la diferencia.
Por favor, utilizad y difundid esta idea hasta que de con alguien que sepa como transformala en algo de provecho.
Últimos comentarios